domingo, 21 de marzo de 2010

EL EXODO:NACIMIENTO DE MOISES, LOS MANDAMIENTOS DE DIOS

¿Estamos en deuda con Dios? ¿Cuánto le debemos? ¿Por qué se lo debemos?



El libro del Exodo trata acerca de la redención. Describe cómo Dios libró a Su pueblo Israel de la esclavitud en Egipto. Además de hablar de su liberación, Exodo señala los derechos que Dios tiene sobre Su nuevo pueblo por haberles redimido de su esclavitud. La última parte del libro describe las normas que su nuevo Señor exige de ellos. Deben servirle de todo corazón porque El ha pagado el precio de su libertad.



Tal como Israel fue librado de la esclavitud en Egipto, nosotros también éramos esclavos; no de una nación, sino del pecado. Dios nos ha comprado con la sangre de Su Hijo. Por lo tanto, somos libres de la esclavitud. También a nosotros nos toca aprender las normas de vida que Dios nos pide. Si Israel tenía una gran deuda con Dios por lo que El había hecho por ellos, ¿cuánto más le debemos nosotros? Nuestra deuda para con Dios nos compromete a servirle de todo corazón. Exodo nos enseña a hacerlo.



El libro del Exodo ha sido durante mucho tiempo fuente de inspiración. Ha motivado que grandes hombres escriban, pinten o canten acerca de la historia narrada en sus páginas. Exodo sigue siendo fuente de inspiración. Su mensaje inspiracional se aprovecha hoy, con frecuencia, hasta para incitar a la gente a participar en revoluciones políticas. Si este mensaje motiva al hombre sin Dios a arriesgar su vida, ¿cuánto más nos debe animar como pueblo de Dios a servirle?



Por supuesto, el impacto más grande lo sintió la nación de Israel, que a través de esta experiencia se convirtió en una nación. Israel ha considerado siempre el éxodo como el acontecimiento más significativo de su historia. El suceso aparece narrado por los profetas (Oseas 11:1), y los poetas cantaron acerca de él (Salmo 77:11–20).

EL CENTINELA

Les quiero compartir una alabanza que habla del inminente retorno de nuestro Gran Rey y Salvador El Señor Jesucristo, mi oración es de que esta alabanza sea de bendición en sus vidas.

sábado, 20 de marzo de 2010

ESQUEMA DE EVENTOS EN EL APOCALIPSIS



Generalmente, el espíritu humano es como el niño que hace un largo viaje. Después de poco tiempo, pregunta “Papi, ¿ya llegamos?” El niño siempre está impaciente por llegar a la adolescencia y después, que lo consideren adulto. El joven espera con ansia que Ilegue el matrimonio, los hijos y la estabilidad económica. A veces, el apuro exige que las cosas sucedan antes de tiempo y lo que se cosecha es tristeza y fracaso. Por otro lado, hay personas que no piensan en el futuro. Están enamoradas de las actividades, amistades, familia y placeres del momento. Para ellos, las experiencias actuales son bellas. Cualquier cambio representa una amenaza.

La perspectiva más equivocada acerca del futuro es la que no ve más allá de los setenta u ochenta años de vida, pero la Biblia enseña que esta vida es la antesala de la eternidad y que Dios está Ilevando la historia humana hacia una conclusión. Además, nos informa que algunos hombres se unirán a él para cumplir sus propósitos y que colaborarán con él para siempre. La Biblia advierte que otros ignoran su plan y aún cooperan con el programa alterno del enemigo de Dios, el cual fracasará junto con todos sus seguidores.

EL CIEGO SANADO Y “LOS CIEGOS” SANCIONADOS

EL CIEGO SANADO Y “LOS CIEGOS” SANCIONADOS 9:1–41

Otra vez el Mesías mostró su sabiduría empleando una pedagogía excelente. Habiéndose identificado como “la luz del mundo”, se dirigió a los ciegos espirituales que no querían apropiarse de ella. El capítulo 8 termina con esos “ciegos” demostrando su rechazo.

Los incrédulos trataron de apedrearlo, “pero Jesús se escondió y salió del templo” (8:59). En seguida se encontró con un hombre que nunca había visto la luz del sol. El Señor utilizó esa situación para continuar su enseñanza.


LA SEXTA SEÑAL
La curación del ciego de nacimiento

El ciego conoció a la Luz del mundo 9:1–7
Razón de su ceguera 9:1–3. Es posible que transcurriera un poco de tiempo entre los capítulos 8 y 9, porque no se nota la misma prisa en 9:1 con la que termina el capítulo 8.
1.-La pregunta de los discípulos (9:2). En esa ocasión, sus seguidores se portaron como los que atienden en las clínicas médicas; quieren tomar datos para el archivo, cuando lo que se necesita es mostrar compasión al paciente. En general, la pregunta refleja la filosofía vigente en aquellos días en cuanto al sufrimiento.

Los judíos no aceptaban (¡ni nosotros!) la idea de la reencarnación, así que no podían atribuir la ceguera a algo malo que el ciego hubiera hecho en otra vida. En cambio, sí sabían que Dios “visita la maldad de los padres sobre los hijos” (Exodo 20:5). Algunos citan la enseñanza rabínica de aquel día como otra posible razón de la pregunta. Esos maestros, eruditos y a veces enigmáticos, enseñaban que un bebé podía pecar en el vientre de su madre; en otras palabras, cometer un pecado prenatal.

LOS DISCÍPULOS VIERON CON CONOCIMIENTO LIMITADO. CRISTO, DESDE LA PERSPECTIVA DIVINA.

2.-La aclaración del Señor (9:3). “No es que pecóéste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (9:3). Claro que había una razón para explicar las condiciones tristes del hombre, pero no era ninguna de las que sugirieron los discípulos. En el plan todo sabio de Dios, ese hombre iba a ser ejemplo de su gracia y misericordia. Además, estaba ahí presente precisamente en el momento en que Cristo iba a ilustrar la situación de la ceguera espiritual imperante. La historia del ciego de nacimiento quedaría inscrita en las páginas sagradas para todos los tiempos.

¡PENSEMOS!
¿A qué se debe el sufrimiento y el dolor? Este ha sido un enigma siempre. En Juan 9:2 los discípulos buscaban una explicación convencional. Sin embargo, no existe una razón totalmente satisfactoria, amplia y adecuada para aclarar todas las ramificaciones que implica. Nunca ha habido, ni la habrá, una explicación lógica fuera de la verdad expuesta por Cristo en el pasaje: “…para que las obras de Dios se manifiesten en él” (9:3). El sufrimiento está dentro del plan de Dios para sus hijos (Filipenses 1:29). Aunque en general es resultado del pecado de nuestros primeros padres en el Edén, no podemos decir que todo el sufrimiento se debe al pecado. Tampoco sería correcto decir que los creyentes tienen derecho a gozar de buena salud. ¡También tenemos sufrimiento! Ya sea para corregirnos o edificarnos, podemos estar seguros de que ningún sufrimiento está fuera del propósito de nuestro buen Dios. Allí está el “secreto” y el “por qué”. La fuerza para aceptarlo viene de nuestro buen Dios.

JESUS SANA A UN CIEGO DE NACIMIENTO




Jesús sana a un ciego de nacimiento

1Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.

2Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?

3Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.

4Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.

5Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
6Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
7y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo

Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bıblicas Unidas, 1998, S. Jn 9:1-7

UN DIOS OFENDIDO

Libro de Ezequiel Capítulos 20–21

Los cautivos en Babilonia estaban al tanto de las noticias que llegaban de Jerusalén y las batallas que las otras naciones estaban librando. Esto se debía a que Nabucodonosor estaba involucrado en las guerras más importantes. El pueblo siempre esperaba que él fuera derrotado para que ellos pudieran volver a su país.

No obstante, deberían haber reconocido que era por su pecado que vivían fuera de su tierra. Pero en lugar de arrepentirse, esperaban que las batallas les favorecieran. No podían ver que Dios las estaba controlando y que él las dirigiría como mejor le pareciera y no como su pueblo desobediente deseaba.

Al terminar el anuncio general del juicio venidero (12–19), Ezequiel describe la visita de algunos ancianos que fueron a consultar a Jehová por medio de él. Dios rehúsa hablarles, porque el pueblo no quiere obedecer de todos modos (20:1–4). A través de toda su historia, ellos habían sido rebeldes con el Señor.

Ezequiel les enseña que Dios tiene control sobre las naciones y echa por tierra cualquier esperanza vana que pudieran tener. Les recuerda cómo el Señor había suplido sus necesidades y protegido durante su historia pasada. A pesar de este cuidado, habían respondido con rebelión. Por lo tanto, había llegado el día del juicio. A continuación, les presenta varias predicciones específicas que describen su castigo y lo que podían esperar en el futuro inmediato (20–24.)

¿ QUIEN ES RESPONSABLE?

Libro de Ezequiel Capitulos 15–19

El pueblo de Israel sequía rebelde ante Dios a pesar de estar en cautiverio y lejos de su país. Ezequiel les mostraba el juicio que aun quedaba por delante. Sin embargo, malinterpretaron la paciencia del Altísimo y tomaron actitudes equivocadas que pronto los llevarían a la muerte.

Su respuesta a la gracia divina era una manifestación de su desprecio hacia el Creador. Por eso, él enviaría el castigo, para enseñarles quién es ese Dios a quien habían ofendido.

Después de describir las abominaciones en la ciudad, Ezequiel presenta una serie de anuncios relacionados con el juicio (Ezequiel 12–19). Para ello, el profeta utiliza varios medios para impresionarlos con la realidad del juicio venidero: señales, sermones, parábolas, una explicación y un lamento. Todo lo hace a fin de llevarles al arrepentimiento.

El el estudio anterior examinamos las señales y sermones que Ezequiel presentó con ese fin. En medio de sus advertencias observamos el optimismo falso que manifestaban al creer que Dios no los juzgaría.

En los siguientes capítulos, Ezequiel sigue advirtiéndoles del peligro del juicio que viene. Para ello, presenta tres parábolas que demuestran la naturaleza de la rebelión de Israel contra su Creador.

¿Cuántas formas usó el profeta para lograr que el pueblo rebelde entendiera? Dios deseaba que su pueblo se diera cuenta de la seriedad de su pecado y el castigo que le vendría para que se arrepintiera. Por eso, Ezequiel explicó el juicio de una manera muy gráfica, para que fuera fácil de entender y muchos se arrepintieran. No obstante, aquel pueblo de “duro rostro y empedernido corazón” no quiso entender.

UN OPTIMISMO FALSO

Libro de Ezequiel Capitulos 12–14

Frente al peligro del juicio de Dios causado por el pecado, el mundo niega que exista alguna amenaza. Siempre busca el lado positivo para evitar la realidad del castigo venidero.

Por eso, 2 Pedro 3:3–18 advierte que en los últimos días vendrán burladores, quienes negarán la realidad del juicio. Dirán que Dios no ha intervenido en la historia del mundo. ¿Por qué habrá de empeorar ahora? Pedro señala que tales personas intencionalmente ignoran dos ocasiones en que Dios intervino en la historia del mundo en forma sobrenatural: la creación y el diluvio.
Tal confianza en el futuro es común entre los que no conocen a Dios. No quieren reconocer la realidad de que él los juzgará por su estilo de vida rebelde. Sin embargo, tal actitud esconde el miedo que sienten por no saber qué les pasará después de la muerte.

El problema surge cuando dentro del pueblo de Dios este estilo de vida produce las mismas actitudes que en el pueblo de Israel. Ezequiel tuvo que enfrentar esta situación.

Israel se había apartado de Dios. Vivía en abierta rebelión contra él. Por eso, vendría el juicio. En vez de reconocer su condición y arrepentirse, ellos negaban que existiera peligro. Los profetas falsos les daban mensajes de esperanza para el futuro y Ezequiel tuvo que oponerse a ellos.

Después de las visiones que describen las abominaciones que se llevaban a cabo en la ciudad, Ezequiel presenta una serie de anuncios del juicio (Ezequiel 12–19). Utiliza varios medios para impresionarles con la realidad del juicio venidero: señales, sermones, parábolas, una explicación y un lamento. Todo lo hace a fin de llevarles al arrepentimiento.

Sin embargo, no quisieron hacerle caso. No querían arrepentirse. Se siente a través de esta sección el optimismo que los profetas falsos habían inspirado en el pueblo. Se repite la advertencia de que ese optimismo estaba equivocado. El juicio ya viene, y caería sobre esa generación.

¿A QUIEN SERVIREMOS?

Libro de Ezequiel Capítulos 8–11

Desde el principio de su relación con Israel, Jehová había indicado que él tendría que ser su único Dios y que no estaba dispuesto a compartir su gloria con nadie más. En el primer mandamiento, dice que él es celoso y que no debían adorar a ningún otro dios o imagen. Él iba a ser el único Dios de Israel (Éxodo 20:2–5).

Josué advirtió a Israel que tenían que elegir. Debían eliminar a los otros dioses y servir sólo a Jehová. Les exhortó: “Escogeos hoy a quien sirváis”. Cuando eligieron, sin pensar bien, que servirían al Señor, Josué les advirtió que no lo podrían hacer bien porque él “es Dios santo y Dios celoso” (Josué 24:14–19).

Josué les enseñó que Jehová no toleraría su pecado. Si lo dejaban por servir a otros dioses, “él se volverá y os hará mal, y os consumirá” (24:19–20). Después de escuchar la advertencia, Israel confirmó su decisión de servir sólo a Jehová.

Siglos después, Elías tuvo que repetir la advertencia: Dios no estaba dispuesto a compartir su gloria. Al reunir a la nación en el monte Carmelo, el profeta les preguntó: “¿Hasta cuando claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21b).

El pueblo no rechazó a Jehová de una vez. Lo que ellos querían era seguirlo, pero manteniendo su relación con los demás dioses también. No estaban dispuestos a dejar a los ídolos para seguirlo sólo a él. Elías repite que el Señor no acepta esas condiciones. Si él iba a ser su Dios, tendría que ser el único, porque no comparte su lugar con los dioses de piedra y palo de las naciones paganas.
Después de tantos recordatorios, Israel debió haber aprendido esa verdad. Sin embargo, Ezequiel se enfrentó al mismo problema. Se dio cuenta que dentro del templo de Jehová se encontraban las prácticas paganas de las otras naciones.

Después de anunciar el juicio por esta rebelión e idolatría, Ezequiel presenta cuatro visiones acerca de la adoración idolátrica en la ciudad y en el templo. Esas abominaciones habían llegado a tal extremo, que la gloria de Dios los abandonó.

Dios no estaba dispuesto a compartir su lugar con ningún otro. De nuevo se manifiesta el contraste entre la gloria del Omnipotente, y el desprecio de ellos. Se repite el mensaje; el conocimiento adecuado del Altísimo produce reverencia, sumisión y obediencia.

Lo que fue cierto en el tiempo de Ezequiel, lo es también hoy. Ser parte del pueblo del Señor requiere una decisión. No se puede andar en medio, entre la Palabra de Dios y las costumbres del mundo. Si el Todopoderoso es quien dice ser, tenemos que seguirle. Un concepto correcto en cuanto a quién es él, produce sumisión y obediencia; él no comparte su lugar con nadie más.

viernes, 19 de marzo de 2010

UNA RECOMPENSA MERECIDA

Libro de Ezequiel Capitulos 4–7

Dios ha encomendado a cada quien alguna tarea o trabajo. Éste puede ser fácil o difícil, agradable o desagradable, relevante o sin mucha importancia. El Señor no nos responsabiliza mirando la importancia o dificultad de la tarea asignada; él sólo nos pide que seamos fieles al llevar a cabo el trabajo y que lo hagamos lo mejor que podamos, según la capacidad que nos ha dado.


Ezequiel señala que hay dos actitudes diferentes que podemos asumir ante el cumplimiento del trabajo designado por Dios. Estas representan las dos alternativas que podemos elegir cuando él nos da una comisión. Evaluemos nuestra vida para determinar qué actitud imitamos.


La primera que el profeta señala es la que manifiesta Ezequiel mismo. Israel se encuentra en el cautiverio en Babilonia y Dios manda a su profeta para enseñar a su propio pueblo quién es él.

Ese trabajo no era fácil. Ellos se habían hecho rebeldes porque no querían oir la voz de Dios. Por eso, él escogió a Ezequiel como atalaya del pueblo. Lo había preparado mediante 1) una visión de su gloria, 2) un acto simbólico de identificación con su palabra, y 3) la provisión de la fuerza para resistir a la casa de Israel.


Al instruirle acerca de su primer trabajo, Dios le indica las condiciones en las cuales lo realizará: encerrado en su casa. El profeta no solo haría esto, sino que también lo haría estando mudo; aun su silencio nos enseña. Puesto que lo que iba a anunciar el profeta era la palabra de Dios, sólo hablaría cuando el Señor se lo indicara y no cuando el pueblo quisiera oírlo nada más.


A pesar de lo dificil de la tarea asignada, y la incomodidad personal que experimentaría, Ezequiel cumple fielmente su tarea. Nos da el ejemplo de lo que Israel debería haber hecho. Reconoce la gloria y soberanía de Dios y se somete a él. Además, hace todo lo que el Señor le pide.

UN DIOS DIGNO DE ADORACION


Libro de Ezequiel Capitulos 1–3

¿Cómo pudo suceder? Dentro del pueblo escogido, que decía pertenecer al Dios vivo, los líderes religiosos introdujeron en el templo de Jehová a otros dioses paganos. ¿Como era posible que se pervirtieran tanto?

Es que se les había olvidado la grandeza y gloria del Señor a quien decían servir, Jehová, el que dijo que consumiría con su gloria al que le viera directamente. Sin embargo, a ellos se les había olvidado precisamente eso: darle gloria.

Aunque parezca mentira, es posible que al pueblo de Dios también hoy, se le olvide su grandeza. Si nos olvidamos de él, podemos alejarnos y a veces, aun llegar a despreciarle. Podríamos caer en la misma trampa.

Un creyente verdadero puede sentirse muy contento cuando llega al culto del domingo con otros que creen en el mismo Dios. Sin embargo, al salir del templo, su vida no manifiesta ningún cambio. Vive como si Dios no existiera. Tal cristiano no se da cuenta de que el conocimiento verdadero de Dios puede cambiar su vida.

El libro de Ezequiel fue escrito para advertirnos de este peligro. Nos llama a contemplar las implicaciones de la gloria de Dios para nuestra vida.