sábado, 20 de marzo de 2010

UN DIOS OFENDIDO

Libro de Ezequiel Capítulos 20–21

Los cautivos en Babilonia estaban al tanto de las noticias que llegaban de Jerusalén y las batallas que las otras naciones estaban librando. Esto se debía a que Nabucodonosor estaba involucrado en las guerras más importantes. El pueblo siempre esperaba que él fuera derrotado para que ellos pudieran volver a su país.

No obstante, deberían haber reconocido que era por su pecado que vivían fuera de su tierra. Pero en lugar de arrepentirse, esperaban que las batallas les favorecieran. No podían ver que Dios las estaba controlando y que él las dirigiría como mejor le pareciera y no como su pueblo desobediente deseaba.

Al terminar el anuncio general del juicio venidero (12–19), Ezequiel describe la visita de algunos ancianos que fueron a consultar a Jehová por medio de él. Dios rehúsa hablarles, porque el pueblo no quiere obedecer de todos modos (20:1–4). A través de toda su historia, ellos habían sido rebeldes con el Señor.

Ezequiel les enseña que Dios tiene control sobre las naciones y echa por tierra cualquier esperanza vana que pudieran tener. Les recuerda cómo el Señor había suplido sus necesidades y protegido durante su historia pasada. A pesar de este cuidado, habían respondido con rebelión. Por lo tanto, había llegado el día del juicio. A continuación, les presenta varias predicciones específicas que describen su castigo y lo que podían esperar en el futuro inmediato (20–24.)

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