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¡El Rey ha Llegado!
Mateo 1:1–4:25
El anuncio del nacimiento de
un rey siempre es una noticia de gran importancia para cualquier pueblo. En el
pueblo escogido de Dios este anuncio fue motivo de gran expectación y
esperanza. La gente que esperaba ver la redención de Israel y el cumplimiento
de las promesas de Dios para su pueblo, escuchó este aviso con gozo. Sin
embargo, no todos estaban listos para Su venida.
Después del período de la
reconstrucción descrita en el Antiguo Testamento, cuando el remanente de Israel
regresó a la tierra prometida, hubo una época de silencio de aproximadamente
cuatrocientos años, durante los cuales Israel mostró un ritualismo frío e
incredulidad.
Durante estos años, Dios mandó
a otras naciones, especialmente a los tolomeos de Egipto, a los seleucos del
norte, y a los romanos, para disciplinarles y exhortarles a volverse a El. Al
final de este tiempo de cuatrocientos años, Dios intervino y mandó a Su hijo
para cumplir Sus promesas.
Ese período se distinguió por
el descontento con la situación contemporanea bajo la autoridad de Roma y por
la esperanza de que el Mesías vendría pronto para salvarles y darles la
victoria prometida sobre sus opresores.
Al llegar El Mesías, El
cumplió con lo que Dios les había prometido, y no se conformó con lo que
querían. Por tal razón, lo rechazaron. El desprecio a Jesús resultó de nuevo en
el juicio divino en contra de ellos mismos. La destrucción de Jerusalén, que se
efectuó en el año 70 d.C. y que fue terminada definitivamente en 135 d.C.,
cerró para siempre el período de la esperanza.
EL PROPOSITO DEL LIBRO DE
MATEO
Cuando Mateo escribió este
mensaje a sus oyentes, quería resolver un problema que les molestaba. Escribe
después de la muerte de Cristo, durante una época en que la esperanza mesiánica
había sido fuerte. A base de Zacarías 9–10, y algunas otras profecías del
Antiguo Testamento, esperaban una restauración de tres pasos principales:
regreso a la tierra prometida, venida del Mesías, y al fin, bendición.
Los judíos del primer siglo
tenían un problema. Habían regresado a la tierra prometida muchos años antes.
La esperanza del Mesías era fuerte, pero los años pasaban y El Mesías no
llegaba. Por lo tanto, tampoco venían las bendiciones prometidas.
Los judíos cristianos solo
lograban un poco más. Habían regresado a la tierra prometida. El Mesías vino,
al nacer Jesucristo. Sin embargo, tampoco experimentaron las bendiciones
prometidas que iban a acompañar al reino mesiánico. ¿Qué pasó en cuanto al plan
de Dios? ¿Les habría fallado Dios?
Mateo escribió para contestar
su pregunta. En breve, su respuesta fue que el Mesías había llegado, pero Su
pueblo lo rechazó. Por eso, El les rehusó también y empezó una nueva forma del
reino. Serían disciplinados por causa de su rebelión y restaurados más tarde.
El mensaje del libro contiene
dos temas mayores. Primero, demuestra que Jesús es el Mesías que Dios había
prometido. Segundo, explica qué le ha pasado al plan de Dios para Su pueblo,
Israel.
Parece que había tres
propósitos principales que Mateo tuvo al escribir el libro. Primero, que el
lector judío reconociera que Jesús era su Mesías y que confiaran en El.
Segundo, que la iglesia primitiva entendiera su función dentro del programa de
Dios. Tercero, que los oyentes tomaran el mensaje que Mateo les había presentado
y que lo utilizaran para hacer discípulos de todas las naciones, tal como
Cristo les había ordenado.
LA ESTRUCTURA DEL LIBRO DE
MATEO
La estructura lógica del libro
se señala por el uso repetido de la frase “Cuando terminó Jesús…” Esta frase se
repite en 7:28; 11:1; 13:53; 19:1; y, 26:1.
Las divisiones mayores del
libro, basadas en este bosquejo estructural son: la identificación del Mesías
(1–7); el ministerio del Mesías (8–10); el rechazo del Mesías profetizado
(11–13:52); la oposición al Mesías (13:53–18:35); la presentación del Mesías
(19–25); el rechazo del Mesías realizado (26–27); y, la resurrección del Mesías
(28).
LA IDENTIFICACION DEL MESIAS
Mateo empieza a contestar la
pregunta en cuanto a lo que pasó con el plan de Dios con un resumen de la
evidencia que demuestra que Jesús era el Mesías (1:1–7:29). El testimonio viene
de muchas fuentes distintas. Algunas de ellas no parecen ser las más probables
para querer apoyarle (1:1–4:25).
El Testimonio de Su Genealogía 1:1–17
El libro principia con lo que
parece ser una imitación intencional de la estructura de Génesis. Mateo
describe el libro como el de la genealogía, o sea, de las generaciones de
Jesucristo. Esta historia está relacionada, en la opinión del autor, con la de
los patriarcas de Israel, quienes también se presentan de esta manera en
Génesis.
Entonces, Mateo presenta en
síntesis el significado de la genealogía que piensa describir. Jesús es
descendiente tanto de David como de Abraham. Siendo descendiente de ellos, es
el heredero de todas las promesas de Dios. Por eso, la genealogía de Jesús
testifica de Su derecho a tomar posesión del trono de David, y a ser el Mesías
de Israel.
SU DESCENDENCIA DEMUESTRA QUE
JESUS ES EL MESIAS
En medio de esta lista
aparecen cuatro mujeres: Tamar, Rahab, Rut y Betsabé. Cada una de ellas
representa una historia significativa del Antiguo Testamento. Cada una nos
recuerda de la grandeza de la gracia de Dios. Ningún judío se atrevería a
rechazar la participación de ninguna de estas mujeres en la genealogía del
Mesías porque ya contaban con el apoyo bíblico. María también, la madre de
Jesús, se añade legítimamente a esta tradición de mujeres santas que
participaron en las generaciones del Mesías.
El Testimonio de Su Nacimiento 1:18–25
La manera sobrenatural en que
Dios actuó para realizar la concepción de Jesús también da evidencia de que
Jesús era el Mesías. Su madre no lo concibió en la forma normal. El Espíritu
Santo hizo una obra milagrosa en ella para que naciera este hijo (1:18)
SU NACIMIENTO DEMUESTRA QUE
JESUS ES EL MESIAS
Cuando José, su prometido, se
dio cuenta del embarazo, le inquietó bastante. ¿Se puede imaginar cómo
responderíamos nosotros al pasar por una situación igual a ésta (1:19)? Se
observa el fruto del carácter cristiano en este varón de Dios. Siempre busca lo
mejor para ella, sin ninguna clase de venganza.
Dios le confirma a José la
naturaleza divina del nacimiento de Jesús por medio de un ángel (1:20–21). Dios
le hace un participante en este plan también. José le dará el nombre que
anuncia al mundo el propósito de Dios en el nacimiento de Su Hijo. Le llamará
“Jesús”, es decir, “Jehová salva”, porque sería el instrumento a través del
cual Dios salvará a Su pueblo de sus pecados.
Este testimonio del ángel fue
confirmado también por las Escrituras (1:22–23). Una de las mayores
confirmaciones de que Dios estaba actuando en el nacimiento de Jesús, era la
conformidad al plan de parte de José, un varón justo del pueblo de Israel. En
medio de una sociedad donde prevalecía la actitud del “machismo”, aceptó el
testimonio y recibió a María como esposa (1:24–25).
El Testimonio de los Magos 2:1–12
Aun algunos líderes de otras
naciones fueron convencidos por la naturaleza de la aparición de una estrella
extraordinaria que confirmó el nacimiento del Mesías de Israel. Los “magos”
eran líderes políticos y religiosos de sus pueblos. Al ver la evidencia en el
cielo, hicieron un viaje largo para adorar a este nuevo rey extraordinario que
había nacido (2:1–2).
Al oír esta noticia, Herodes
estaba asustado e hizo planes para tratar de eliminar cualquier amenaza a sus
dominios (2:3–8). El Antiguo Testamento confirmó el lugar del nacimiento del
Mesías. Así que, sin querer, aun Herodes dio testimonio de que Jesús era El
Mesías. Como líder político del pueblo de Dios, quiso eliminar la competencia.
Cuando los magos llegaron a
Belén, la estrella les dirigió al lugar donde Jesús estaba y lo adoraron
(2:9–11). Aunque el pueblo de Dios estaba dormido y no se dio cuenta del
significado de lo que sucedía en medio de ellos, los magos extranjeros y un rey
pagano estaban conscientes del significado de Su nacimiento. Dios demostró su
propio interés en lo que sucedía al proteger a Jesús del complot de Herodes
(2:12).
LOS POLITICOS PAGANOS
DEMUESTRAN QUE
JESUS ES EL MESIAS
¡PENSEMOS!
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Aun cuando los líderes paganos reconocieron y respondieron
correctamente el plan de Dios, los israelitas no hicieron lo que se habría
esperado de Su pueblo. No se dieron cuenta de lo que Dios estaba haciendo en
el mundo, ni de lo que esperaba de ellos. Es fácil echarles la culpa. Sin
embargo, si hubiéramos estado presentes, ¿Qué habríamos hecho? ¿Cuáles pasos
debemos tomar para estar seguros de escuchar la voz de Dios y ponernos de
acuerdo con Su plan para el mundo hoy?
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El Testimonio de las Ciudades Visitadas 2:13–23
La evidencia que Jesús es El
Mesías sigue a través de los viajes que hizo con sus padres durante Su niñez.
Dios le protegió de la oposición de Herodes al mandarles a Egipto (2:13–15).
Este viaje resultó en el cumplimiento del principio establecido en el Antiguo
Testamento que el “hijo de Dios” es uno que ha sido Ilamado por Dios para salir
de Egipto. Egipto se reconoce como el lugar de la esclavitud. Dios había sacado
de allí a Su hijo Israel. Ahora, de nuevo, Dios saca a Su Hijo, Jesús, de allí
también.
La intervención divina para
proteger a Su Hijo se observa en la protección de la muerte que amenazaba por
parte de Herodes (2:16–18). Después de la muerte de Herodes, Ilevarón a Jesús a
la casa de sus padres en Nazaret (2:19–23).
La descripción de Jesús como
Nazareno no se basa en ningún pasaje específico del Antiguo Testamento que se
refiera directamente a este hecho. Sin embargo, es obvio que Mateo considere
que se cumple una revelación profética. La cita puede referirse a la raíz del
título que presenta al Mesías como el “vástago” (Is. 11:1). Otro posible
significado para esta cita es que se refiere a la actitud que Israel manifiesta
hacia El, tal como lo haria a cualquier judío que viniera de Galilea. Todos
eran despreciados. Ser conocido como un nazareno habría tenido una implicación
de rechazo de parte de los judíos contemporáneos de Cristo (Is. 53:2).
LAS CIUDADES VISITADAS
DEMUESTRAN QUE
JESUS ES EL MESIAS
El Testimonio de Juan 3:1–12
Juan el Bautista es el
siguiente testigo que Jesús es El Mesías. Vino anunciando el reino. Su mensaje
era el que el Antiguo Testamento decía que Elías vendría predicando en los días
finales, para preparar el camino para la venida del Mesías (3:1–4). Cuando el
pueblo oyó el mensaje de Juan, respondió confesando sus pecados y siendo
bautizado (3:5–6).
Los líderes de Israel salieron
al lugar donde Juan predicaba para ver qué hacía. No se presentaba ninguna
evidencia de que querían recibir el mensaje de Juan. La pregunta que Juan les
hace es sarcástica. Sabía perfectamente bien porqué habían llegado. No vinieron
a arrepentirse, sino a observar y a buscar una forma aceptable de pararlo.
Sin embargo, Juan cumplió con
el ministerio que Dios le había encomendado y preparó el camino para la venida
del Mesías (3:7–12). Les condena por su incredulidad y desobediencia. Si
continúan por el mismo camino, serán juzgados y destruidos.
JUAN EL BAUTISTA DEMUESTRA QUE
JESUS ES EL MESIAS
El Testimonio de Su Bautismo 3:13–17
Dios Mismo añadió Su propio
testimonio de que Jesús era el Mesías cuando se bautizó. El bautismo de Jesús
no era igual al que practicaba Juan. Por eso, Juan no entendía lo que Cristo
hacía y trató de someterse al bautismo por Cristo, para identificarse con El;
no lo contario (3:13–14). Sin embargo, Cristo insistió en la importancia de
este evento (3:15).
Este bautismo representaba la
presentación pública de Jesús al Padre para Su servicio. Jesús estaba listo y
llenaba los requisitos indicados para presentarse a Dios para este ministerio.
Dios confirmó el acto al hablar desde el cielo para demostrar Su aprobación de
Jesús. El Espíritu Santo también descendió sobre El en preparación para el
ministerio que comenzaba (3:16–17).
DIOS MISMO DEMUESTRA QUE
JESUS ES EL MESIAS
El Testimonio de Satanás 4:1–11
Aun Satanás cuenta entre
quienes dan testimonio que Jesús es el Mesías. Reconoce la importancia de Jesús
en el programa de Dios. Las tentaciones lo dan por sentado. Las usa para tratar
de impedir el propósito de Dios. Le anima a funcionar de una manera
independiente del Padre y Su plan. Al rechazar la tentación a someterse al
programa de Satanás, Jesús provee otra evidencia más de que El era el siervo de
Dios.
La tentación en cuanto al
hambre 4:1–4
Satanás tentó a Jesús a usar
Su poder sobrenatural para satisfacer un deseo natural de Su propia carne.
Tenía suficiente razón para hacerlo y el poder necesario. Jesús rechazó la
tentación porque no era el plan de Dios que comiera en ese momento. Al llegar
el tiempo indicado Dios proveería la comida. Era más importante someterse al
plan de Dios y glorificarle por medio de Su obediencia.
La tentación en cuanto a Su
autoridad 4:5–7
La segunda tentación fue la de
demostrar Su poder delante del pueblo al echarse desde el pináculo del templo y
salir ileso. El pueblo vería Su autoridad sobrenatural y lo establecerían como
su Mesías. Aunque tenía todo el derecho para hacer tal acto, tampoco era la
voluntad de Dios.
La tentación en cuanto a Su
misión 4:8–11
Finalmente, Satanás le ofrece
todos los reinos del mundo, si le adora. Esta promesa será cumplida algún día
de todos modos. La diferencia es que recibiría lo mismo, pero sin el atraso y
sin la agonía de la cruz. De nuevo, Cristo se somete a la voluntad de Dios para
Su vida. No cambiará Su plan, no importa qué recompensa le pueda ofrecer
Satanás. La sumisión de Jesús al Padre confirma Su identificación como El
Mesías. Así que, Satanás le deja por un rato.
SATANAS MISMO DEMUESTRA QUE
JESUS ES EL MESIAS
¡PENSEMOS!
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Satanás le ofrecía a Cristo todo con tal que dejara el plan de Dios
para Su vida para servirle. Le ofrecio:
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* La satisfacción de los deseos naturales.
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* Popularidad y el respeto de la multitud.
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* Poder sobre todo el mundo.
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Parece incluir todo lo que se puede querer en esta vida.
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Sin embargo, Cristo vio Su vida desde la perspectiva divina. Supo el
plan de Dios para Su vida. Conoció la Palabra de Dios. Supo valorar
correctamente lo que Satanás le ofreció. Por lo tanto, rechazó la tentación y
persiguió el plan y la gloria de Dios.
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¿Con qué
recompensa le tienta Satanás a usted?
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¿Cómo podemos responder a estas tentaciones para salir triunfantes?
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El Testimonio de Sus Seguidores 4:12–22
Habiendo terminado su período
de prueba, Jesús deja el desierto para empezar su ministerio en Galilea. La
esencia de Su mensaje era que el reino estaba cerca (4:12–17). Todo lo
necesario para iniciarlo estaba arreglado ya. Sólo hacía falta que el pueblo lo
reconociera como El Mesías y que le proclamara rey para que empezara a
gobernar.
Al comenzar el ministerio de
Jesús, se presenta otra evidencia más, que es El Mesías: la respuesta de los
primeros discípulos a Su llamado (4:18–22). Pescadores que aparentemente habían
logrado el éxito en ese negocio, reconocieron Su autoridad y dejaron todo atrás
para identificarse con El. Jesús les da la promesa de que participarán con El
en la pesca de los hombres.
LOS PRIMEROS DISCIPULOS
DEMUESTRAN QUE
JESUS ES EL MESIAS
El Testimonio de Sus Obras 4:23–25
La presentación de la
evidencia termina con un resumen de las obras que Jesús hizo en este período
inicial del ministerio. Jesús predicaba el mensaje que el pueblo había estado
esperando: las buenas nuevas que el reino de Dios estaba cerca. Ya iba a
principiar.
Este mensaje fue confirmado
por señales sobrenaturales (4:23–24). Como resultado, grandes multitudes le
estaban siguiendo, llenas de esperanza (4:25). Venían a El de todas las
regiones de Israel. La evidencia sobreabundaba. ¡El Mesías de Israel había
llegado!
SU MENSAJE Y OBRAS DEMUESTRAN
QUE
JESUS ES EL MESIAS
¡PENSEMOS!
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La lista de evidencias que Mateo presenta para demostrar que Jesús era
El Mesías de Israel, el Salvador del mundo, es larga. Parece demasiado grande;
casi aburrida. Todas estas fueron observadas por muchos testigos que lo
podrían confirmar o negar. No hace falta la evidencia. El problema de la
incredulidad nunca se basa en la evidencia. Existe amplia prueba para
cualquier persona que quiere saber la verdad. Cristo dice que el que busca
encuentra. El que quiere hacer la voluntad de Dios sabrá si el mensaje de
Cristo es cierto.
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Repase los primeros cuatro capítulos de Mateo. Haga una lista de todas
las evidencias que encuentre descritas allí que Jesús es el Mesías, el
Salvador enviado por Dios.
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¿Habrá suficientes motivos para confiar en El? ¿Ha creído en Cristo
como su propio Salvador?
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Si no está seguro de que Cristo es su propio Salvador, ¿Por qué no
hacer esta decisión hoy?
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Si ya lo ha hecho. ¿Para qué le sirve esta evidencia que Mateo señala?
¿Cómo debe afectar este conocimiento nuestro testimonio frente a quienes no
conocen a Cristo?
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