sábado, 20 de marzo de 2010

EL CIEGO SANADO Y “LOS CIEGOS” SANCIONADOS

EL CIEGO SANADO Y “LOS CIEGOS” SANCIONADOS 9:1–41

Otra vez el Mesías mostró su sabiduría empleando una pedagogía excelente. Habiéndose identificado como “la luz del mundo”, se dirigió a los ciegos espirituales que no querían apropiarse de ella. El capítulo 8 termina con esos “ciegos” demostrando su rechazo.

Los incrédulos trataron de apedrearlo, “pero Jesús se escondió y salió del templo” (8:59). En seguida se encontró con un hombre que nunca había visto la luz del sol. El Señor utilizó esa situación para continuar su enseñanza.


LA SEXTA SEÑAL
La curación del ciego de nacimiento

El ciego conoció a la Luz del mundo 9:1–7
Razón de su ceguera 9:1–3. Es posible que transcurriera un poco de tiempo entre los capítulos 8 y 9, porque no se nota la misma prisa en 9:1 con la que termina el capítulo 8.
1.-La pregunta de los discípulos (9:2). En esa ocasión, sus seguidores se portaron como los que atienden en las clínicas médicas; quieren tomar datos para el archivo, cuando lo que se necesita es mostrar compasión al paciente. En general, la pregunta refleja la filosofía vigente en aquellos días en cuanto al sufrimiento.

Los judíos no aceptaban (¡ni nosotros!) la idea de la reencarnación, así que no podían atribuir la ceguera a algo malo que el ciego hubiera hecho en otra vida. En cambio, sí sabían que Dios “visita la maldad de los padres sobre los hijos” (Exodo 20:5). Algunos citan la enseñanza rabínica de aquel día como otra posible razón de la pregunta. Esos maestros, eruditos y a veces enigmáticos, enseñaban que un bebé podía pecar en el vientre de su madre; en otras palabras, cometer un pecado prenatal.

LOS DISCÍPULOS VIERON CON CONOCIMIENTO LIMITADO. CRISTO, DESDE LA PERSPECTIVA DIVINA.

2.-La aclaración del Señor (9:3). “No es que pecóéste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (9:3). Claro que había una razón para explicar las condiciones tristes del hombre, pero no era ninguna de las que sugirieron los discípulos. En el plan todo sabio de Dios, ese hombre iba a ser ejemplo de su gracia y misericordia. Además, estaba ahí presente precisamente en el momento en que Cristo iba a ilustrar la situación de la ceguera espiritual imperante. La historia del ciego de nacimiento quedaría inscrita en las páginas sagradas para todos los tiempos.

¡PENSEMOS!
¿A qué se debe el sufrimiento y el dolor? Este ha sido un enigma siempre. En Juan 9:2 los discípulos buscaban una explicación convencional. Sin embargo, no existe una razón totalmente satisfactoria, amplia y adecuada para aclarar todas las ramificaciones que implica. Nunca ha habido, ni la habrá, una explicación lógica fuera de la verdad expuesta por Cristo en el pasaje: “…para que las obras de Dios se manifiesten en él” (9:3). El sufrimiento está dentro del plan de Dios para sus hijos (Filipenses 1:29). Aunque en general es resultado del pecado de nuestros primeros padres en el Edén, no podemos decir que todo el sufrimiento se debe al pecado. Tampoco sería correcto decir que los creyentes tienen derecho a gozar de buena salud. ¡También tenemos sufrimiento! Ya sea para corregirnos o edificarnos, podemos estar seguros de que ningún sufrimiento está fuera del propósito de nuestro buen Dios. Allí está el “secreto” y el “por qué”. La fuerza para aceptarlo viene de nuestro buen Dios.

1 comentario:

  1. Hermanito apenas chequé tu invitación. Está bien tu espacio, nada más ponle un poco más de color al fondo, algo más llamativo, tambien estaría bien que metieras temas para nosotros lo jovencitos jiji, Saludos y Shalom.

    ResponderEliminar